“Bacca nos Mateus” la ilusión de estar en cuartos de final

GUACHENE

Cada vez que miro la conformación de las llaves del Mundial, más “piedra” me da. No creo que haya existido un torneo más viable para estar en cuartos de final o semifinales. Sin Alemania, Italia, Holanda en el panorama, resulta que ahora Suecia, Inglaterra, Croacia y hasta Rusia, pueden estar en al final, como nadie se lo imaginó.

Cuando Ospina se estiró como un felino y le sacó el potente remate a Jordan Handerson desde el punto penal, creí que seguiríamos en competencia. Mas aún cuando vi que el siguiente cobrador era Mateus Uribe. Sin embargo, el “calidoso” volante le pegó con tanta fuerza y convicción, que no midió las posibilidades de que el balón se estrellara en el travesaño y agotara la momentánea diferencia que el arquero nos había entregado. Luego vendría Carlos Bacca y terminó por firmar la derrota, con un cobro discreto que selló nuestra decorosa participación. En fin, ese no es el tema.

Dicen en el fútbol que morir por la vía de los penales es “morir con las botas bien puestas”, con orgullo y dignidad. Apostándole a los nervios y la valentía de jugarse el todo o el nada desde el fatídico manchón blanco, por eso hoy en el país predomina la sensación de satisfacción pese a no lograrse el pase frente a un rival que se le podía ganar. Por primera vez, como hace mucho tiempo no se veía, la unión primó en todos los rincones de la nación y en cada lugar del mundo donde hubiera más de dos colombianos presentes, eso es bello.

Pero entendiendo que al final nos fuimos con dignidad, tampoco debemos negar algunos aspectos que son reales con este combinado que nos representó y que no he podido leer en ninguna parte.

ARRODILLADOS

Este Mundial resultó ser muy emotivo para nosotros porque, desde el arranque, estuvimos pariendo y apretando nalga. No hubo un solo encuentro, ni uno solo, donde la presión y la angustia no se hicieran presentes. Será por eso por lo que la satisfacción es el denominador común, pues ver la garra y la entereza que tuvieron los muchachos para resolver cada «papeleta» fue lo que al final nos hinchó el pecho de orgullo.

Arrancamos mal contra Japón, muy mal. Los nipones nos mataron la soberbia y fueron el polo a tierra que necesitábamos cuando todos pensábamos en una goleada segura.

Contra Polonia jugamos nuestro mejor partido, luchando cuerpo a cuerpo, pero al final el crucigrama lo resolvieron Quintero y James con dos dardos al vacío que definieron con clase Falcao y Cuadrado. Pero hasta ese entonces, como una constante, nos manteníamos vivos y respirando gracias a nuestro goleador Yerry Mina, al igual que sucedió frente a Senegal en el duelo de cierre por el grupo.

Cómo negar que terminamos primeros en la zona pero muy alejados de la óptica que teníamos del equipo antes de arrancar la prueba, como continuidad de lo irregular que cerramos las eliminatorias. Tuvimos la pelota, la tocamos aquí y allá, un poco más abajo, de un lado para el otro, siempre asegurándola, pero de profundidad y peligro muy casi nada, como les sucedió a los españoles.

Nuestros laterales no pesan. No son malos, pero debe haber algo mejor. Johan Mojica se mantuvo más errado que acertado en sus centros por la izquierda, pese a su esfuerzo y despliegue físico en marca. Santiago Arias cumplió, hizo lo que pudo, pero tampoco marcó diferencia por su sector o por lo menos no se equivocó que era lo que más temíamos.

James estuvo en el Mundial por ser un referente, pero estaba tocado desde su convocatoria. Por eso no debutó contra los nipones, se jugó su mejor partido contra Polonia, pero el esfuerzo lo pagó a los 20 minutos de enfrentar a los africanos y nunca se recuperó. De allí que terminara sentado en la tribuna, impotente y lleno de nervios como el resto del país.

Juan Fernando Quintero acabó siendo el armador y cumplió en la medida de sus posibilidades y físico. Anotó un gol de genios contra Japón y permitió el segundo contra los polacos, pero nada más. Intentó, intentó e intento, pero generó pocas cosas que movieran el último cuarto de cancha con eficacia, donde Falcao se ahogaba peleando de manera solitaria y aislada, sin generar zozobra y mermándole protagonismo.

La zona de recuperación fue la que más trabajó en cada confrontación. Con Sánchez, Lerma y Barrios atentos, metiendo y mordiendo. Mientras que Davidson y Yerri cumplían con decoro y concentración como centrales, sin olvidar que David fue figura en todos los partidos y nunca tuvo responsabilidad en los goles que recibió, aunque muchos dicen que hubo dudas en el segundo de Japón.

Al final de todo estábamos luchando porque el espigado moreno de Guachené siempre se levantó confiado y hambriento de gol, y eso tiene que decirnos algo así no lo queramos entender. Que un defensa nos haya mantenido con vida tiene que tener una explicación a la hora de reconocer los errores o las deficiencias.

De los seis goles que marcamos, tres fueron de él y en momentos decisivos, casi siempre con pelota quieta y tras servicios desde las esquinas, aunque el de apertura contra los polacos fue servido por James en acción continua después del cobro angular.

SANCHEZ

Nos fuimos de la competición en un partido de mucho roce, agónico y sufrido, donde logramos prolongar la agonía al minuto 93, frente a un rival que nos despertó del letargo tras un penal claro de la Roca. Si, fue penal en el momento en que Sánchez decide seguir la jugada que Kane inició con falta sobre el colombiano. Si se tira al piso, tras el primer jalón del británico, otra hubiera sido la historia, pero eso ya pasó.

Que el árbitro fue perverso no quedan dudas. Pitó parcializado y se equivocó en el gol que le anuló a Bacca. Eso era gol al pie del reglamento. El segundo balón ya estaba afuera, no estaba en la cancha, cuando el británico sacó una vez más de banda tras la autorización del central, mientras que el línea corrió a la mitad cuando vio el final de la jugada. Que no hayan querido darle trascendencia a la situación es otra cosa, pero fue gol.

Las dos selecciones del continente que siguen vivas son Brasil y Uruguay, es decir la primera y segunda de la ronda clasificatoria, las que mejor jugaron y avanzaron con solidez y mayor rendimiento. Por eso no sorprende la actuación que tienen, porque están confirmando su buen momento, algo que no han tenido desde hace mucho tiempo ni argentinos ni los colombianos, porque no podemos mentirnos. Si lo hiciéramos así, entonces para qué sirven las evaluaciones. No vale la pena maquillar el sufrimiento que vivimos como una directa consecuencia de las irregularidades individuales y colectivas del equipo y no el súper equipo que muchos habían vislumbrado.

Tenemos una buena camada, pero Colombia debe tener mayor profundidad, sorpresa y gol para eliminar la angustia que produce ver el combinado en la cancha. El honor, la vergüenza, sacrificio y lucha no se discuten, porque en eso fuimos los mejores partido tras partido. Nadie pone en duda el amor que todos mostraron por la camiseta y el orgullo con el que nos representaron, nadie. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

 

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