Una vez más se llevó a cabo la premiación del Balón de Oro que entrega la revista France Football y que busca reconocer al jugador más destacado de toda la temporada. Póngale cuidado a lo que acabo de escribir: DESTACADO.
El premio, como usted ya lo sabe, le correspondió al croata Luca Modric por la excelente labor con su equipo, el Real Madrid, y la selección nacional de su país que terminó segunda en la prueba mundial que se realizó en Rusia, jugándole de tú a tú a los franceses, más allá del marcador.
Pues bien, hasta aquí nada raro y mucho menos novedoso. Lo curioso de la noticia, se produce por las reacciones que se dieron después de la premiación y en especial por los amigos y familiares del portugués Ronaldo quienes mostraron un descontento total por la decisión tomada, sin obviar que el estelar delantero de la Juventus de Turín no asistió para dejar en evidencia su malestar.
Así mismo, algunos expertos, que no entendían como Leo Messi no estaba en la lista de los tres mejores, también mostraron su desagrado. Inclusive, para tratar de empañar aún más el merecido premio, días después se conoció que la elección estuvo amañada o por lo menos alejada de la polémica, ya que un periodista que no existe, que dejó de ejercer o quizás esté muerto, así como el medio escrito para el que trabajaba, tuvo un voto activo en la elección, aparte de otro periodista de Trinidad y Tobago que sentenció que su voto fue alterado y no fue tenido en cuenta en el orden de su preferencia. ¿Cómo lo supo? Vaya uno a saber.
Ahora bien, por encima de estos amagos de escándalo o chismes de pasillo, miremos varios aspectos que, en mi opinión, ayudaron para que Modric fuere el elegido, acabando con diez años de liderazgo compartido entre Messi y el portugués.
Primero hay que reconocer que el croata no es un aparecido y que su labor en el Real es muy destacada, más allá de que haga o no goles, que al parecer es lo único que le importa a Ronaldo y compañía. Modric tiene a su haber tiene cuatro ligas de campeones, tres copas mundiales de clubes, tres super copas de Europa, una liga española, una copa del Rey, dos súper copas de España y tres ligas de Croacia, sin contar el subcampeonato orbital, es decir no es un aparecido.
Todos sabemos que es un jugador excepcional en su posición, que corre, mete, entrega bien, encara, no se arruga pese a sus escasos 1,70 de estatura y 145 libras de peso.
Si bien no es un goleador, Modric es un hombre de sacrificio constante y eso hace la diferencia con aquellos que solo se sientan a esperar un balón o se inspiran en los últimos 25 metros. ¡Sí, hacen goles que al final marcan la diferencia!, pero hay otros ingredientes que complementan a un buen jugador por encima de su poder de definición.
Este año que cerramos, el Mundial hace la diferencia. La historia está marcada por grandes generales y caudillos. Líderes que alentaron sus ejércitos y ganaron duras batallas o murieron heroicamente en su intento. Hombres probos y valientes, ejemplo e inspiración para sus súbditos.
Por eso la historia reconocer a un Alejandro Magno quien desde los 20 años visualizó la conquista del mundo. También podemos recordad a Erwin Rommel, el popular lobo del desierto alemán, que pese a luchar en el bando equivocado la historia reconocer su labor como mariscal de campo en la Segunda guerra mundial.
O que tal si mencionamos a un Espartaco quien dirigió la rebelión más importante contra la República romana en suelo itálico; o José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa quien fue uno de los jefes de la revolución mexicana, junto a un tal Emiliano Zapata quien también fue uno de los líderes militares y campesinos más importantes de dicha revuelta y un símbolo de la resistencia campesina en México.
Hago mención de lo anterior, porque lo que el mundo vio en la pasada copa orbital fue eso: a un líder, un general, todo un guerrero de sacrificio y lucha, de tenacidad y valentía, arengando a un equipo que creció y se metió en la zona reservada para los gigantes, mientras que Ronaldo, Messi, Neymar y otros grandes jugadores se desinflaron, se arrugaron, no tuvieron peso y al final resultaron siendo un fracaso total.
Esa es la verdad, mientras Ronaldo se ahogaba en la incapacidad de sus goles y Messi no aportaba nada de su magia, o quizás Neymar brillaba un poquito más, Luca Modric sacaba a su equipo adelante. Multiplicándose en la cancha, corriendo incansablemente como si tuviera diez pulmones; peleando cada pelota como si fuera la última, liderando cada batalla con esplendor. Por eso su labor fue más importante que los benditos goles del portugués, el argentino o el brasileño combinados. Ni siquiera los franceses, que al final resultaron campeones, tuvieron un jugador tan brillante y determinante.
Lo que hizo Modric fue apoteósico y es bueno que todos entienda que cuando hay Mundial existe una constante mas allá del cuadro campeón: en los mundiales los jugadores demuestran de que están hechos y lo que son capaces de hacer individualmente por un juego colectivo, más allá de su posición en la cancha.
Por eso Fabio Cannavaro pudo ser considerado el mejor en el 2006, o los goles de Ronaldo Nazario si pesaron en Corea-Japón 2002, así como la impecable presentación de Zidane en el primer título orbital galo de 1998, por citar algunos ejemplos.
Así señores que más allá de las pataletas de niños mimados, que reclaman su juguete favorito cuando se lo arrebatan, la actitud de Ronaldo y Messi, o por lo menos de quienes los rodean, esta vez es incorrecta y displicente porque el mejor fue el croata, el veterano nacido en Zadar, el niño de la guerra quien, a sus 33 años, consolidó un premio a base de testosterona y gallardía y no solamente con goles o piruetas en diez metros.
!No señores! Esta vez Luca Modric probó que en el fútbol también hay cosas más importantes, por eso es el gran general del 2018 mientras que Ronaldo y Messi, con sus goles, solo fueron soldaditos.