En medio de la agonía y el pánico, así se mueve el mundo a cada minuto y en cualquier rincón, como respuesta unánime al crecimiento de personas afectadas por el coronavirus. El problema no radica en la presencia del virus como tal pues es una realidad, sino en el terror que se ha sembrado en torno a él y el gran volumen de información que existe para conocerlo y prevenirlo, pero que millares de personas desconocen simplemente porque ya no leen, no se enteran y solo se conforman con un titular para creer que ya lo saben todo o tergiversar lo escuchado.
Para ser un poco más precisos y menos alarmistas, veamos brevemente cuáles son los riesgos del virus.
En primera instancia su fácil transmisión lo hace complicado de detectar, especialmente porque hay portadores del virus que son asintomáticos (no presentan síntomas). De allí la medida de aislarnos lo más que podamos.
Las señales iniciales son temperatura alta, una moderada deficiencia respiratoria debido a la alta mucosidad que se puede generar, una persistente tos que se puede incrementar si no se atiende rápido y agotamiento físico (no dolor de huesos ni musculares).
Las personas más vulnerables son los adultos mayores, especialmente aquellos con enfermedades preexistentes que debilitan el sistema inmunológico por la misma naturaleza del mal que los queja o por los medicamentos que toman para controlarlas, y los niños que apenas empiezan a construir sus barreras defensivas.
En España, antes de continuar, murieron más de seis mil personas el año pasado por consecuencia de la gripe, sin que esto haya sido noticia mundial. Ahora bien, el coronavirus como tal se puede mutar y por esta razón se torna impredecible, aunque el desarrollo de enfermedades pulmonares parece ser su constante, y es aquí donde la gripe inicial deja de preocupar para convertirse en un problema mayor.
Por ser un virus de fácil expansión y de no tener hasta el momento un medicamento que lo controle o erradique, es que la preocupación se hace presente. Todos los gobiernos, como le sucedió a Italia o España, deben intentar frenar el crecimiento de afectados, porque de no ser así llegará un momento donde las entidades sanitarias van a colapsar y no podrán dar abasto atendiendo los enfermos graves, en especial aquellos que puedan desarrollar enfermedades respiratorias graves como la neumonía.
Con todo lo anterior es evidente la creciente preocupación en cada país del planeta, por lo que las medidas que se implementan a cada minuto para evitar el ingreso de extranjeros o las aglomeraciones se hacen necesarias e indiscutibles, pese a que esto nos moleste. Un dato: el virus no sabe contar, por eso es ridículo que quieran limitar a cierto número de personas. Da lo mismos 10, 20, 50 que 100.
Lo importante es que todos comprendamos que como seres humanos somo vulnerables a contraer el Covid-19 y de adquirirlo (Dios nos libre) no sabemos cómo puede actuar en cada uno de nosotros, por tal razón debemos solidarizarnos tomando todas las precauciones del caso con seriedad y paciencia. De igual manera queda en evidencia lo vulnerables que somos como especie y se confirma que aquí no vale color de piel, credo ni tipo de sangre.
Es seguro que en los próximos días nuestro estilo de vida cambiará aún más drásticamente y que los bolsillos serán afectados de una manera u otra, pero todo esto forma parte de una situación que se sale de nuestras manos y que no nos regresará al mundo que estábamos acostumbrados a ver hasta hace unos pocos días, si no asumimos nuestra responsabilidad en el cuidado de todos. No es cuestión de generar pánico y temor, es simplemente el llamado a la unidad y solidaridad por el beneficio de todos.