Debido a la ausencia del público en las tribunas, en donde juegan el papel mas bello y puro de cualquier competición, había decidido no volver a escribir sobre fútbol hasta en tanto esta disciplina no regresara a la normalidad, pero pasado mas de un ano son pocas las cosas, si es que hay alguna, que en estos momentos esté como estaba al despunte del 2020.
Por eso no queda mas que afilar la pluma e intentar regresar al oficio, así se sea de manera tímida (pero vacunado), esperando que todos cambie al remate de este 2021.
Iniciemos brevemente con la MLS que, afortunadamente, inicia ya este próximo fin de semana.
La liga sigue enfocada en que el número deseado de equipos es 32 y por eso sigue escuchando ofertas de plazas interesadas.
Ya se sabe que Sacramento comprometió su posibilidad debido a que el máximo inversionista cambio de opinión y ahora no se sabe cuál será el futuro inmediato.
Las últimas dos inclusiones, como ya sabemos, fueron Miami y Nashville y ahora siguen Charlotte en Carolina del Norte, para el próximo ano (por la pandemia se retrasó el proyecto un año más), y San Luis que arranca en el 2023 con estadio incluido.
Siguen en la búsqueda ciudades como las Vegas y Detroit que no solamente han manifestado interés en una franquicia profesional, sino que económicamente están bien respaldados y no como les sucedió a los ilusos de Sacramento.
Esta temporada la MLS, así como su similar femenina, servirá de laboratorio para probar algunas variantes en el deporte. En aras de preservar la integridad de los futbolistas que salen afectados en colisiones violentas y donde el cerebro puede sufrir lesiones, la FIFA y la International Board han querido que este periodo de prueba se realicen los cambios de la siguiente manera:
Cambios regulares con tarjetas blancas. Es decir que cada uno de los cinco cambios permitidos por el reglamento se harán mostrando al oficial encargado la tarjeta blanca para que quede consignado que es un cambio táctico o por cualquier otro aspecto médico, menos contusión cerebral.
Cambios con tarjetas rosadas. Se harán solo si hay un jugador que esté afectado por un golpe en la cabeza y sufra riesgos de agravar su situación (haya sido evaluado dentro o fuera de la cancha). En este caso no hay necesidad de usar las tarjetas blancas, ya que se utilizará la tarjeta rosada para señalar que ha sido un cambio forzado por contusión cerebral y se procede al reemplazo para preservar la integridad del jugador, por encima de que este manifieste sentirse bien, pues serán los médicos de la liga y el cuerpo médico del equipo afectado, los únicos que pueden tomar dicha determinación.
Las milagrosas tarjetas azules, que sirven de salvación para equilibrar las cargas, solo podrán ser utilizadas si alguna de las tarjetas rosadas entró en efecto. Esto se hará para evitar que un equipo tenga ventajas sobre el otro en caso de que un elemento contusionado (y desgastado físicamente), tenga que salir ingresando en su reemplazo un elemento fresco y con mayor disposición física. En esta situación, y solo aquí, el rival puede usar la milagrosa tarjeta azul para realizar un cambio extra que es admitido por la situación forzosa que obligó el cambio en el oponente.

Estas modificaciones estarán a prueba durante toda la temporada y será en marzo de 2022 cuando se decida si se mantendrán por un periodo más largo de tiempo.
No valen un maní
Desgranando datos esta semana, me encontré con el siguiente apunte que es curioso y muy diciente:
En las eliminatorias europeas hay 50 países en busca de la clasificación al mundial. Sin embargo, la historia no va a cambiar dramáticamente mientras los mismos combinados sigan siendo las grandes potencias en todo. Fíjense que la plantilla de la selección de San Marino tiene un costo cercano a 835 mil euros (23 jugadores). Es decir que cada jugador, en el mercado, supera ligeramente los 30 mil dólares mientras que, en combinados como Francia, Alemania, España, Italia e Inglaterra, el promedio de cada jugador en el mercado es de 36 millones de euros. Hay una selección como la de Gibraltar que aún es más barata que la de San Marino. El precio de su plantilla es de 375 mil euros. Es decir que cada jugador vale la mitad de lo que gana un jugador profesional en la MLS durante su primer ano de contrato. Así, como los salarios, es la diferencia en fútbol y posibilidades.
Lo que quiero decir con esto, es que en estas rondas eliminatorias se hacen unos partidos que, en aras de la equidad y del derecho de los países afiliados a la FIFA son válidos, pero deportivamente no aportan nada.