
Alguien puede concluir que empezamos con “pie derecho” en la Copa América tras derrotar a Ecuador por la mínima diferencia y, mirándolo fríamente, está en lo correcto. Ahora bien, por lo visto en la cancha se puede concluir que los ecuatorianos no solo nos superaron, sino que generaron desaciertos y yerros que deben irse corrigiendo para pensar en una Eliminatoria adecuada y una copa decorosa, donde se marque una pauta y se pise con propiedad en cualquier cancha donde se juegue.
Evidentemente en lo deportivo el resultado es positivo porque se consiguen tres puntos que dan tranquilidad en un torneo tan corto e intenso como el que se juega por estos días en Brasil. Algunos dirán que eso era lo importante amparados en la victoria, sin embargo, si usted cierra los ojos y se imagina por un segundo, solo por uno, que Ecuador nos hubiera empatado o ganado, entonces no quisiera ni pensar de lo que estaríamos hablando hoy. Por eso es un deber acotar que ganamos tres puntos que se cosechan con pundonor, pero jugando mal, muy mal.
Se juega mal cuando no se asumen las ideas que marcan la ruta y la filosofía del técnico y el grupo seleccionado, como sucedió en el debut ante Perú. Colombia, que se muestra siempre como un equipo amante a la tenencia y buen manejo del balón, esta vez no tuvo ni lo uno ni lo otro. Acaso si veinte minutos en la parte inicial donde controló el ímpetu de los ecuatorianos, pero en la complementaria no pudo, en ningún momento, sacudirse de la molesta marca y anticipo del rival.
El partido, al final, sirvió para varias cosas omitiendo el resultado. En primera instancia, es claro que la diferencia entre ecuatorianos y cafeteros no son seis goles como pasó en noviembre del año pasado y como en algún momento lo creyeron nuestros respetados vecino. En un segundo plano, no nos podemos apartar de que se está engranando un equipo y por tal motivo se deben utilizar todas las piezas posibles para ver cuáles son las que aportan mayores garantías y mejor se acoplan.
Hubo ajustes en el fondo, donde dieron cara decorosamente Mina y Murillo como centrales, así como por los costados donde aparecieron Yeison Murillo y Daniel Muñoz. Este último de grata presentación, mostrando oficio y sacrificio, queriendo sumarse al ataque, pero la arremetida de los ecuatorianos no daba para pensar en ello. La zona de volantes tuvo sus modificaciones afortunadamente, ya que la figura de Wilmar Barrios se hizo mayúscula a cada minuto, pues su capacidad de lucha está comprobada y esta vez tuvo que librar una batalla larga y extenuante, mientras que Matheus Uribe se mezclaba en el mismo mar de dudas y desaciertos que muchos de sus compañeros.
Edwin Cardona, junto a Cuadrado, intentaron manejar el balón y generar juego, pero nada les salió bien. Al jugador Juventino lo molieron a patadas (y otras tantas que intento cobrar sin que le comieran cuento), mientras que el volante de Boca fue el autor de un golazo que nace en una jugada magistral con Juan Guillermo, pero de ahí en más tampoco pudo brillar. Es más, en la parte complementaria y ante la insistencia del oponente por no dejarnos jugar o hilvanar acciones claras, se hacía obligada la salida de Cardona para darle paso a otro volante de marca que se mezclara en la pugna del toma y dame, pues el diez ni generaba y mucho menos marcaba.
Adelante iniciaron Borja y Borré, siendo el primero el único en punta, pues el delantero de River jugaba por detrás y se sacrificaba en marca cuando entendió que los circuitos de creación estaban quemados y había que ir a buscar el balón ante la inoperancia de los encargados de esa misión.
Los cambios tampoco aportaron mucho porque Ecuador no renunciaba a su fortaleza y rapidez de juego. Todo lo contrario, con el paso de los minutos, y sus variantes, se multiplicaron y pujaron por conseguir la paridad que, para ser justos, si es que en este deporte dicha palabra se puede mencionar, merecieron mejor suerte. Si, es verdad. No podemos ocultarlo o negarlo. Mientras David se partía chocando, cerrando, sacando a mano cambiada o asegurando a ras de piso, su vecino del frente miraba con pereza o hasta con un poco de envidia, aunque era consciente de que sus colegas cumplían a cabalidad las disposiciones de Alfaro que tan bien nos conoce.
No fue un buen partido, aunque se haya ganado y lo segundo opaque la visión de lo primero. El encuentro fue bueno porque nos arrinconaron y por lo menos no perdimos la concentración. Nos asfixiaron y pudimos respirar; se nos pegaron e intentamos deshacernos y cuando marcamos tuvimos la jerarquía de mantener el resultado, como sucedió cuando desde abajo le quitamos la victoria a los argentinos una semana atrás en nuestra propia casa.
Con este equipo, jugando de esa manera, es difícil pensar en una final de la copa y mucho menos en ganarle a Brasil que se paseó en su debut a media máquina. Pero igual, así no se haya jugado bien, Reynaldo Rueda nos da la confianza de saber que observa con cuidado y poco a poco aprovecha la dura exigencia para ir buscando lo que quiere. Desde su llegada no se ha perdido lo cual es bueno, porque con las masacres de Uruguay y Ecuador, el año pasado, ya todos estamos pensando en que no podríamos salir de cuidados intensivos.

La pregunta es si hace falta James y la respuesta es simple: sí, si hace falta su fútbol y capacidad como variable de juego, pero no es determinante para que el equipo mantenga su compromiso. Es más, diera la impresión de que en vez de pesar su ausencia, existe una cierta paz por saber que no forma parte del grupo. Es como si todos, de un momento a otro, hubieran decidido contar, con su silencio y sacrificio, todas aquellas cosas que molestaban del zurdo y esa actitud arrogante que últimamente lo viene caracterizando y cerrando puertas.
Todos siguen insistiendo que fue la condición física del volante la que causó el malestar del técnico, pero no quieren entender que cuando el diez procuró ampliar su licencia y determinar qué día estaría listo, condicionó al estratega a hacer lo que él quería y al final no sucedió. El acuerdo era integrarse el 30 de mayo y formar parte de la concentración y no quedarse en Medellín “entrenando” mientras el grupo la sudaba, como lo hizo, en Lima y Barranquilla. Situación que, como dato particular, no le ha merecido una mención de James en sus redes sociales, mientras se ha cansado de mostrar las figuras con las que ha aprovechado sus vacaciones. Que siga disfrutando y cuidándose a ver que se le viene en Europa con nuevo técnico y un mercado donde, como las malas acciones, se ha depreciado considerablemente su valor.