
Terminó la Copa América 2021, y Argentina se ha coronado campeona rompiendo con 28 años de sequía absoluta en materia de títulos continentales y dándole a Leonel Messi, de paso, su primera corona con la selección absoluta.
Argentina, que tenía tan buenos números como la selección de Brasil ganó porque supo hacer mejor las cosas y, contrario a lo que le pasa a muchos seleccionados del continente, no se amilanó ante la potencia de los cariocas, como igual lo haría cualquier selección europea. Por eso los dejó sin título, les rompió el invicto que traían y de paso le aportó a la historia otra frustración inolvidable, como la de Uruguay en 1930 o la penosa goleada ante Alemania en el Mundial del 2014.
Pero bien, siendo ese otro tema, quiero en esta nota desgranar el trabajo de la selección colombiana de fútbol en este torneo, no solo apelando a la óptica y el parecer propio, sino apoyado en las estadísticas que, si bien no son determinante, ayudan a comprender patrones y conductas de rendimiento que se dan en el mundo de las probabilidades repetidas.
El Proceso Rueda
Mas allá del decoroso tercer puesto, la importancia del certamen es haber podido juntar y trabajar con el equipo en los siete partidos, siempre con la idea de corregir, mejorar y evaluar el aporte y el compromiso de los seleccionados. Un trabajo que resulta clave de cara al proceso clasificatorio al Mundial de Catar, que tendría otras aristas si solo se hubieran jugado los dos partidos de la jornada FIFA y de ahí hasta septiembre cuando se vaya a visitar a Bolivia en la Paz.
Colombia en el proceso de Reynaldo Rueda, dentro de la Copa América, cosechó realmente 4 puntos de 12 que disputó en la fase de grupos. Los partidos contra Uruguay, Argentina y Perú no deberían ser tenidos en cuenta, porque estos no sumarían ya que eran compromisos de eliminación directa para definir algo (semifinales, final etc.), pero para efectos de consideración matemáticas en este resumen le vamos a dar el valor real de 3 puntos. Por tal motivo, de 21 unidades en disputa durante siete compromisos, los colombianos cosecharon 9, estuvieron cerca de la final (lo cual se explica por el diseño del torneo), y partieron asegurando la tercera casilla y una cifra cercana a los 10 millones de dólares en premios, para una media de efectividad del 42%.
El número de rendimiento, que no es malo, debe ser apreciado si se tiene en cuenta que el técnico inició trabajos hace poco más de un mes, dejando al combinado de nuevo con posibilidades en la Eliminatoria al Mundial (en la cual muchos extremistas ya lo habían desahuciado), y en un decoroso tercer lugar a donde llegó sin jugar bien, con errores notables, pero con mucho pundonor y vergüenza, lo que resume el compromiso y la seriedad del grupo.
De hecho, ser subcampeón con tres derrotas en la Copa América, como le hubiera podido pasar a los cafeteros en caso de haber superado a los gauchos en semifinales y perdiendo la final con los cariocas, refleja la realidad de la competición ya que esto, de haberse dado, hubiera sido un fiasco. Sin embargo, para ser ajustados a la realidad, no hubo un solo equipo que superara a Colombia con comodidad en la cancha, ninguno.
Si nos diéramos a la tarea de evaluar lo que cada onceno hizo durante su estadía en la prueba, se podría determinar con facilidad que Brasil y Argentina fueron justos finalistas, reitero, porque en la fase de grupos estuvieron, de lejos, superiores a todos. Ambos equipos cosecharon 10 puntos, y la única discrepancia la tuvieron en la diferencia de goles donde los gauchos tenían (+5) y los brasileños (+8). De ahí en adelante, desglosando esta primera fase, Perú y Uruguay serían los siguientes con siete puntos acumulados cada uno; Paraguay sumó 6 y Chile, que no estuvo en su mejor versión, logró amasar 5. Todas esta selecciones quedaron por encima de Colombia en la recolección de puntos, mas no en lo deportivo.

En la búsqueda del equipo “ideal”
Durante los siete partidos el técnico sacó igual número de alineaciones. Mantuvo algunos jugadores como base, pero hubo otras posiciones en la que intentó encontrar mejores respuestas.
En defensa su preferido fue Yerri Mina quien estuvo de inicialista en cada encuentro. Junto a él, le siguen en orden de apariciones desde el arranque William Tesillo (6), Davinson Sánchez (5), Daniel Muñoz (5), Oscar Murillo (2), Estefan Medina (2). No fueron tenidos en cuenta como inicialistas, repito, Carlos Cuesta y John Locumí.
En la zona de volantes Wilmar Barrios, quizás uno de los mejores elementos de toda la competición, fue el único que se ganó la titularidad en las siete salidas. Luego le siguieron Juan Guillermo Cuadrado con seis (pagó una fecha por suspensión), Edwin Cardona (4), Gustavo Cuellar (3), Metheus Uribe, quien no tuvo más partidos debido a una lesión (3), Sebastián Pérez (1) y Yairo Moreno (1). No tuvieron fogueo en el arranque Baldomero Perlaza y Jaminton Campaz.
En la zona de ataque, que fue la más discutida, Duván Zapata tuvo el mayor número de partidas (6), seguido de Rafael Santos Borré (4), Luis Fernando Diaz (4), Miguel Borja (2) y Luis Muriel (2). No fue considerado Alfredo Morelos.
Al final, los únicos jugadores que no vieron minutos, ni siquiera de suplentes, fueron Perlaza, Cuesta, Lucumí y Morelos. Los demás, en algún momento, saltaron al terreno de juego, lo que indica que casi todos los elementos convocados formaron parte de esa evaluación detallada que hizo Rueda en cada salida.
Con esto de que cada aficionado es un técnico, y los medios que día a día son la mejor plataforma para lanzar opiniones sobre lo que es o no debe ser en el mundo del fútbol de selecciones y clubes, es muy complicado pensar en que algún técnico pueda llegar a tener el grupo de jugadores ideal para todos. Por esta razón se debe respetar el llamado que haga el seleccionador independiente de lo que los demás piensen u opinen. Al final, como tiene que ser, es el estratega de turno quien tiene que asumir la responsabilidad por sus yerros y aciertos de acuerdo con su gusto, idea de juego y actualidad de los elementos seleccionados.
Reinaldo Rueda tiene la ventaja de conocer el momento que viven los jugadores que militan en el exterior y ahora, de cerca, podrá observar lo que se produce en casa. El hecho de conocer su idiosincrasia, cultura y valores sociales, le dan un plus que no tenía el portugués Carlos Quiroz.
En esta Copa América, el estratega vallecaucano aprovechó para ir buscando el equipo base sobre el cual armar el once para encarar las Eliminatorias de manera regular donde, resumiendo una vez más, revivió las ilusiones con la victoria ante Perú y el empate contra los argentinos en Barranquilla, después de la debacle en Barranquilla ante charrúas y en Quito contra los ecuatorianos.
Hubo dos aspectos que se destacaron en esta convocatoria: coraje y compromiso, con una mejora ostensible en lo colectivo, donde las individualidades brillaron poco, más allá de la labor destacadísima de Luis Diaz, quien se elevó como el máximo referente de rendimiento y aporte. Hoy, como dato extra, el delantero de 24 años despertó el interés de algunos clubes de las grandes ligas, pero en un mercado saturado de precios y pocos ingresos, la cláusula de 80 millones de euros que tiene el jugador por rescindir su contrato ha frenado las intenciones de los clubes que han querido preguntar por la joya del Oporto.

El rendimiento en cifras
A pesar de no ser determinante, la estadística sirve para evaluar algunos aspectos del rendimiento individual y colectivo de la selección Colombia en este nuevo proceso.
La idea que tenemos es la de un grupo que mantiene un apego por el manejo del balón y su buena administración, respetando aquella constante de que “mientras se tenga el útil, el rival no te puede hacer daño”. Sin embargo, para ser precisos, la finalidad de manejar la pelota es poder lastimar al rival con la misma en una serie de complejos movimientos y maniobras progresivas en ataque. Hoy, con esta presión constante que se hace desde arriba, es necesario saber cómo romper las líneas del adversario y para eso se necesita mas que la pelota. La velocidad, sorpresa, filtración entre líneas, precisión extrema en los toques de primera intención y remates a puerta, entre otros aspectos, determinan por volumen y efectividad, la posibilidad de ver un equipo contundente y Colombia, al parecer, todavía no llega a este sendero o nunca va a manejar esta línea, por filosofía y principios culturales de juego. Pero para eso analicemos los siguientes números.
Tiros de esquina
Colombia sumó 27 tiros de esquina en total (7 partidos), para una media de un cobro cada 23 minutos. De todos ellos no hubo resultados ofensivos que se concretaran en gol o en situaciones claras de riesgo. Entendiendo que la referencia en ataque para este tipo de lanzamientos es Jerry Mina, quien no estuvo fino cuando lo intentó, como lo ha hecho en otras ocasiones, donde salió siendo figura, vale la pena detenernos a evaluar la manera cómo el espigado defensor cabecea. Si bien su altura le ayuda a ganar en el salto, Mina siempre, por instinto y limitación técnica, cabecea hacia abajo con los parietales o temporales, clavando la cabeza. Pocas veces, por no decir que ninguna, ataca el balón con intención de direccionarlo con la frente, como lo pueden hacer los especialistas que saltan bien y rematan con propiedad. Con esta marcada limitación, es fácil concluir que cuando lo cubren o marcan acertadamente, las posibilidades de que impacte el útil se desvanecen con prontitud. Mina no es un jugador que se levante con la propiedad de un Ronaldo y mucho menos con una técnica tan depurada para definir por arriba.

¿Ataca o no?
Hay un apartado muy interesante en la estadística que muestra la tendencia de los equipos a jugar progresivamente en ofensiva. Es decir, se registran aquellos pases cortos o filtrados que intentan romper la zaga rival en el último cuarto de cancha.
Colombia, por ejemplo, buscó progresar en ofensiva con 489 pases o toques que realizó en los predios ajenos a lo largo de la prueba. Aquí su mayor vocación ofensiva estuvo contra los venezolanos (104), y en el partido que perdieron contra los Incas en la fase de grupos (120), seguramente porque iban abajo en el marcador e intentaron igualar, lo que les obligó a frenar su marcada vocación defensiva.
Contra Brasil solo lo hicieron en 26 ocasiones, lo que confirma la renuncia total que tuvieron de lastimar al pentacampeón en ese momento, donde faltó actitud. Esa misma cifra se repitió en el duelo inicial contra Ecuador, pero aquí primó el juego brusco y enredado, con pocas opciones de ambos lados y Colombia fue un mar de desaciertos cuando entró en la propuesta de los ecuatoriales.
Si tomamos en cuenta que en las siete salidas el equipo de Reinaldo Rueda realizó 3953 pases, con una media de acierto en la entrega del 80%, es decir 3162 pases correctos, debemos concluir que el 15% de la intención fue hacerle daño al oponente. El otro 85% se evaporó lanzando el balón de un lado para otro, de atrás hacia adelante, pero no en el cuarto defensivo de los rivales.
Buscando el gol
A lo largo de estos siete partidos, el cuadro cafetero lanzó en dirección a la portería en 71 ocasiones, promediando un remate cada 8 minutos. De estos 71 remates solo 26 fueron dirigidos a la portería con intervención del arquero o la defensa local (de aquí salen los siete goles a favor). Allí las cifras reflejan una media de acierto a gol cada 23 minutos, es decir que no produce más de cuatro tiros por 90 minutos en la meta del rival.
Se anotaron de principio a fin siete goles y se recibió la misma cantidad, para una diferencia de cero. Es decir, de nuevo desglosando las cifras, que los colombianos tiene la capacidad de marcar un gol por partido (cada 90’), pero reciben el mismo número en contra en igual margen de tiempo.
Lo anterior pudiera ayudar a suponer que Colombia, por su propuesta, es un onceno proclive a la paridad ya que se puede defender con criterio y ataca con timidez. Tal vez esto revela que haya logrado cerrar tres de los siete partidos con empates (Venezuela, Uruguay y Argentina), y el mismo número con la portería en cero (Ecuador, Venezuela y Uruguay). Perdió Colombia con Perú y Brasil, en la fase de grupos, y le ganó al equipo de Ricardo Gareca en la disputa del tercer puesto, pero el dato lo arrojan estos tres últimos partidos donde los colombianos recibieron seis dianas, es decir el 85% de los goles en contra, ya que el otro gol se los marcó Argentina en semifinales.
Un dato importante, a este respecto, es que Luis Fernando Diaz, con cuatro goles, no solo fue el máximo artillero del equipo, sino que en sus botines estuvo el 57% de la producción ofensiva. El otro 43% pasó por los botines de Juan Guillermo Cuadrado (tiro libre), Miguel Borja (penal) y Edwin Cardona (jugada de laboratorio), cada uno con un gol. Es decir, solo dos delanteros estuvieron presentes en la pizarra junto a dos volantes ofensivos.

¿Tenemos la pelota?
La propuesta de Rueda es que el equipo tenga la pelota, la administre y procure atacar, siendo particularmente agresivo para recuperar el útil cuando lo pierde. Ahora bien, el único encuentro donde los cafeteros fueron claros dominadores en este aspecto fue contra Venezuela donde la posesión estuvo en el 64%, partiendo de la premisa que los venezolanos nos facilitaron el útil. En otros duelos, como el que se dio contra Brasil, esta figura cambio a un 32%, demostrando, por cifras, una renuncia absoluta al ataque o la iniciativa de juego, como ya lo hemos subrayado.
Sumando y dividiendo en este apartado, como corresponde, se concluye que el cuadro colombiano tuvo, en promedio, un 42% el esférico, es decir que lo administró 46 de los 90 minutos que dura el tiempo reglamentario (no contamos alargues).
Con la cifra anterior, y el promedio general de juego progresivo en ataque que señalábamos anteriormente, la cifra cambia ligeramente pues se concluye que de esos 46 minutos que el colectivo de Rueda es dueño de la pelota, la misma es lanzada a la portería cada 4.5 minutos, y no 8 como lo reseña la estadística global por 90 minutos.
Los goleadores sin gol
Cuando se convocan goleadores en buen nivel, como es el caso de los elegidos por Rueda, la idea es que el equipo sea preciso en definición, pero este no fue el caso. Delanteros como Rafael Borré, Duván Zapata, Luis Muriel o Yimmi Chará, que tuvieron varios minutos, se fueron sin convertir y, revisando los partidos, es claro que tampoco estuvieron finos si por ahí pellizcaron alguna opción. De todos ellos, menos Borja y Diaz que marcaron, ninguno se atrevió a buscar la media distancia como alternativa para romper las paredes impuestas por los contrarios.
Pero si bien el eterno debate queda abierto sobre los goleadores que son de clubes y no de selecciones, lo único sensato es evaluar que muchos de estos artilleros juegan en torneos domésticos que implica, entre otras cosas, la obligación de enfrentar rivales de menor peso y es con estos conjuntos que muchas veces acumulan los goles de la temporada, pero cuando enfrentan a los grandes clubes o llegan a un torneo mayor, especialmente de selecciones, donde concurre lo mejor, las ventajas no son tan amplias para marcar.
Duván Zapata, por ejemplo, jugó en la liga italiana 37 partidos donde marcó 15 goles y dio 10 asistencias. En la primera A tuvo 2389 minutos de actividad en la cancha, lo que equivale a una media de 64 minutos por partido y marcó un gol cada 159 minutos. Si le añadimos los 3 goles que anotó en la Champions y el gol en la Copa de Italia, sumaria 19 que, ampliado por el número de minutos jugados, combinando todas las pruebas, para un total de 3203’, nos daría un gol anotado cada 168 minutos.
Muriel, que era el otro gran referente en ataque, jugó en 36 partidos, casi todos viniendo desde el banco, y acumuló 1433 minutos de juego, en donde marcó 22 goles. Es decir que anotó un gol cada 65 minutos y es, de lejos, más rendidor que el mismo Zapata que era el inicialista, si los números sirvieran para determinar un acierto a la hora de conformar el onceno más efectivo para cada partido.

¿Por qué no la final?
Colombia, como le ha sucedido en capítulos anteriores, no tiene un gran historial para definir bajo presión. A pesar de lucir impecables contra Uruguay en la definición de penales, contra los gauchos fueron un total fiasco y la presencia del meta Emiliano Martinez jugó un papel clave con sus comentarios provocadores, más allá de que muchos pretendan desvirtuar esta situación.
Acotemos, antes de continuar, que en el tiempo reglamentario los colombianos ratificaron que tenían casta y jerarquía, logrando no solo igualar, sino que superaron futbolísticamente al hoy monarca del continente, lo cual es un plus que no se puede omitir.
Llama la atención que en las últimas dos salidas contra los gauchos -la primera en Eliminatorias dentro del nuevo proceso-, se hayan hecho partidos memorables, mientras que contra los brasileños se arrugaron en su máxima expresión. Argentina, después de superar el gran escollo del combinado cafetero, llegó a la final y salió campeona, porque en la cabeza de ellos no está, por ningún motivo, sentirse menos o atemorizarse ante cualquier rival. Por eso marcan, junto a los cariocas, diferencia en el continente.
Ahora bien, regresando al capítulo de aquellos penales en semifinales, no vale la pena formar un escándalo de indignación por la conducta antideportiva del arquero Martinez como muchos pretendieron. Lo único que se puede cuestionar es que, al pie del reglamento, no se haya sancionado como correspondía por parte del flojito juez central (le faltó criterio para manejar un partido donde por momentos hubo demasiada marca desleal de ambos bandos).
Ya en los cobros, y con la provocación mencionada, Yerry Mina le entró en el juego a Martinez, se dejó desconcentrar y falló. Estaba pensando más en cómo bailarle si convertía, que atender a la potencia y colocación de su remate. Si esto no fuera cierto Borja, que también picó en la bravata, le pegó con rabia y se la cobró al meta con un baile y actitud particular, que revela el daño que estaba haciendo la “boquilla” que vertía el arquero, hasta que por fin le hicieron una amonestaron verbal.
En una serie final, por ninguna razón y con la experiencia que se tiene, se puede caer en esta provocaciones. Igual les pasó en el arranque de la prueba con los ecuatorianos quienes los sacaron del libreto con marca fuerte y empujones provocadores.
SI a usted le gustó o no lo hecho por el equipo colombiano es tan respetable y subjetivo como todos los comentarios que siempre vamos a escuchar al respecto. Algunos centrados y otros llenos de una pasión y un folclorismos hasta dañino. Pero aquí les dejo estas cifras para que, apoyados en ellas, puedan buscar una respuesta mas coherente con lo visto en la prueba.
A manera de conclusión, desde mi punto de vista, Colombia es un equipo en proceso de cambios conceptuales, con un técnico serio y capaz y un grupo de jugadores que se mueven en los torneos más exigentes, así no todos estén en los mejore clubes del planeta, y con ellos hay material para pensar que ir a Catar es una posibilidad muy real en una competición tan cerrada como lo es la ronda clasificatoria de la CONMEBOL.
Espero que pueda seguir contando el técnico con aquellos elementos que mantengan el compromiso y la seriedad que se necesita cuando se representa al país, sin poses de grandes figuras e intocables, pero ante todo dejando hasta la ultima gota en la cancha, como sucedió en cada encuentro que vimos.
Colombia no es un equipo veloz ni muy agresivo como muchos lo puedan pensar. Es más bien un conjunto frio, calculador y preciso, que basa su fortaleza en la defensa. Pesa en lo colectivo y no marca mucha diferencia en lo individual, más allá de dos o tres elementos.
En defensa tiene problemas. Sus centrales son cuestionables, y por las bandas se deben buscar más alternativas. Sin embargo, pese a las debilidades, tiene lo suficiente para seguir siendo protagonista.
Ahora bien, cuando uno ve un torneo como la Eurocopa 2020 en paralelo con la Copa América (todo en un mismo día), no me queda ninguna duda que en nuestro continente seguimos apegados a un criterio de juego insulso que se está envejeciendo y cada vez resta nuestras posibilidades de ir a un Mundial a buscar protagonismo. ¿Será por eso por lo que el continente, como fiel reflejo de esta marcada lentitud y pereza para atacar, no ha podido volver a alzar un título orbital cuando sus mejores selecciones asisten a un evento donde antes eran grandes protagonistas?
A quienes les haya podido servir el anterior artículo, les agradezco que lo puedan compartir con sus amigos.
Las alineaciones de Colombia en los siete partidos:
Ecuador 0 Vs Colombia 1 (4-4-2)
1 David Ospina
3 Óscar Murillo
5 Wílmar Barrios
10 Edwin Cardona
11 Juan Cuadrado
13 Yerry Mina
15 Mateus Uribe
16 Daniel Muñoz
17 Yairo Moreno
18 Rafael Borré
19 Miguel Borja
Colombia 0 (4-4-2) Vs 0 Venezuela
1 David Ospina
5 Wílmar Barrios
6 William Tesillo
7 Duván Zapata
9 Luis Muriel
10 Edwin Cardona
11 Juan Cuadrado
13 Yerry Mina
15 Mateus Uribe
16 Daniel Muñoz
23 Davinson Sánchez
Colombia 1 Vs Perú 2 (4-2-3-1)
1 David Ospina
2 Stefan Medina
5 Wílmar Barrios
6 William Tesillo
7 Duván Zapata
10 Edwin Cardona
11 Juan Cuadrado
13 Yerry Mina
19 Miguel Borja
21 Sebastián Pérez Cardona
23 Davinson Sánchez
Brasil 2 – 1 Colombia (4-4-2)
1 David Ospina
5 Wílmar Barrios
6 William Tesillo
7 Duván Zapata
11 Juan Cuadrado
13 Yerry Mina
14 Luis Fernando Díaz
15 Mateus Uribe
16 Daniel Muñoz
18 Rafael Borré
23 Davinson Sánchez
Uruguay 0 Vs 0 Colombia (4-4-2)
1 David Ospina
5 Wílmar Barrios
6 William Tesillo
7 Duván Zapata
8 Gustavo Cuellar
9 Luis Muriel
13 Yerry Mina
14 Luis Fernando Díaz
16 Daniel Muñoz
18 Rafael Borré
23 Davinson Sánchez
Argentina 1- 1 Colombia (4-4-2)
1 David Ospina
5 Wílmar Barrios
6 William Tesillo
7 Duván Zapata
8 Gustavo Cuellar
11 Juan Cuadrado
13 Yerry Mina
14 Luis Fernando Díaz
16 Daniel Muñoz
18 Rafael Borré
23 Davinson Sánchez
Perú 2- Colombia 3- (4-4-1-1)
12 Camilo Vargas
2 Stefan Medina
3 Óscar Murillo
5 Wílmar Barrios
6 William Tesillo
7 Duván Zapata
8 Gustavo Cuellar
10 Edwin Cardona
11 Juan Cuadrado
13 Yerry Mina
14 Luis Fernando Díaz