Desolados, tristes y con el malestar general que produce la eliminación. Así quedaron los aficionados de Seattle Sounders y Orlando City después de ser desmontados de los playoffs tras perder con Real Salt Lake City y Nashville FC respectivamente la noche anterior.
Si bien lo de Orlando y el cuadro canario de Tennessee estaba equilibrado dentro del absurdo mundo de las especulaciones, la salida de Seattle rompió cualquier pronóstico, en especial porque fue ante un equipo que estuvo a cinco segundos de no llegar a la clasificación (la obtuvo de manera agónica contra Kansas City), y porque en el decisivo duelo realizado en el Lumen Fiel, con la mayor afición en las tribunas hasta el momento, no hizo un solo tiro a puerta en 120 minutos (el local hizo 21).
Fue la manifestación clara de una labor decididamente tacaña, alejada de cualquier pudor por el espectáculo ofensivo y mucho menos la aspiración de jugar de igual a igual. Desde el arranque los dirigidos por Pablo Mastroeni le apuntaron a los penales y allí no fallaron. Fueron las únicas veces donde dispararon a portería mientras sus rivales caían arrodillados por la impotencia de no haber cristalizado por lo menos una de las acciones que crearon mientras el reloj se los permitió.
La pesada carga del yerro, donde te conviertes en villano en un segundo, le tocó al extremo americano Kelyn Rowe, quien en el sexto cobro no tuvo convicción y pesó más la presión de la urgencia. A pesar de ser uno de los jugadores más regulares, siendo inicialista en 25 de los 34 compromisos, la experiencia y la confianza que se tuvo no le alcanzaron para vencer la resistencia de David Ochoa quien voló decididamente por el balón a su mano derecha.
Luego llegaría Justen Glad, un defensor central espigado, de buen corte, quien salió de la cantera del equipo y a sus 24 años se hizo inamovible de la titular, cobrando de manera un tanto deficiente pero con la potencia necesaria para que el arquero Stefan Frei, pese a tocar el balón, viera como este se estrellaba en el palo derecho y se anidaba para desatar la alegría de los visitantes, mientras que en las tribunas reinaba el silencio y el desconsuelo, en especial cuando están despidiendo a uno de los oncenos llamados a levantar el trofeo final, o por lo menos asegurarse el galardón de la división. Muy pocos le apostaban a Salta Lake como ganador, a pesar que la estadística mostraba que Seattle, de local, no fue el más contundente a lo largo de la temporada regular y de allí que, por primera vez en su historia, los “ruidosos” no puedan estar en semifinales de conferencia.
Cantó el canario en Tennessee
En el otro duelo de la noche Orlando se despidió al caer de manera contundente 3×1 ante los canarios de Nashville. El equipo de Oscar Pareja arrancó ganando al minutos 14 tras un remate de cabeza de Daryl Dike después de un tiro de esquina, pero como sucedió en toda la temporada cada vez que los violetas se fueron adelante, a los pocos minutos llegaba la paridad. Es cierto que hubo un poco de suerte en el empate cuando el alemán Hany Mukhtar remata a puerta y el balón se engloba al tocar el guayo del brasileño Antonio Carlos que intentaba cerrar, lo cual permite que Galesse se quede sembrado en el achique. Ahora bien, todo se hubiera evitado de no haber por la pérdida del útil en los botines del carioca Urso sobre la mitad de la cancha. Esa falta de claridad para etregar y la ausencia de una mayor cuota de esfuerzo para pelearlo todo hubiera marcado la diferencia.
El problema, tras la igualada transitoria, es que Orlando se fue desvaneciendo mientras Nashville confirmaba porqué seguía invicto en su casa. De a poco ganó confianza, ajustó líneas y se tornó superior a un rival que empezó a ahogarse en las dudas y por ahí adoleció de una mayor decisión para buscar otro resultado. Es como si hubieran querido apuntarle a la incertidumbre de los penales y no a su capacidad colectiva, ya individualmente no hubo alguien que descollara o reclamara el protagonismo de una final.
En la parte complementaria llegaría el segundo gol del mismo Mukhtar, que está llamado a ser el VIP de la liga, tras una bella maniobra junto a C.J. Sapong que no solo se asocia con su compañero, sino que genera los espacios moviendo la defensa en la carrera para una definición impecable del “general”. Fue un golazo que reafirmó la capacidad de los canarios, pero principalmente acabó por rendir las aspiraciones de los floridanos que poco hicieron para ir a por el empate. Se fueron apagando y cuando el venezolano Jhonder Leonel Cádiz puso el tercero, ya se cerraba el telón quedando definida la historia.
Esa tercera diana fue la estocada final para un rival que tenía pergaminos para más, facilitando que el dueño de patio celebrara a plenitud pues está en semifinales y, pese a ser visitante ante Philadelphia el fin de semana, nadie se atreve a pensar que no llegue a disputar el título de conferencia. A lo largo del año, junto a New England, el equipo de Tennessee ha sido uno de los más regulares y colectivamente tiene su mayor arsenal.