Por: Jairo A. Castrillón
Lo mejor que tuvo la final de la MLS no fue la presencia de Portland o NYC Football Club en ella. Fue la mayoría de puntos que obtuvo el onceno de Gio Savarese en la temporada regular, permitiéndole asegurar la final en un estadio de fútbol, hecho para este deporte y no en una cancha de béisbol que se deforma con tristeza para darle cabida a un deporte que acepta estas imposiciones por necesidad y no por falta de recursos.
Es cierto que la hospitalidad ($) que le ha brindado la novena de los Yankees desde 2015 es importante, pero no menos cierto es que para los Mulos del Bronx lo primero, segundo y tercero son ellos a la hora de tener que usar su predio. Por eso el equipo de fútbol, por momentos, ha tenido que “rentar un cuarto” en el Citi Field (casa de los Mets) o cruzar el charco e irse al patio de su enconado rival en Harrison New Jersey. Una casa donde no piensan jugar el próximo año, a menos que salgan campeones de la MLS y tengan, por imposición de la Concacaf, que jugar en un estadio de verdad la Liga de Campeones de esta entidad.

Desde que llegó a la MLS, con un costo de 100 millones de dólares, cifra que se ha incrementado en un 400%, para el grupo árabe City Football Club, los mismos que mandan en el City de Inglaterra, el cuadro neoyorquino ha tenido todo tipo de inconvenientes para poder construir su propio “rancho” y dejar de estar “mendigando” ($) en casa ajena. De llegar a tener luz verde para construir su proyecto (están mirando opciones en los cinco condados), el equipo de la Gran Manzana no solo estaría obligado a construir una arena, sino que por la complejidad urbanística de una metrópoli como N.Y, se hace necesario realizar la estructura deportiva acompañada de un complejo de vivienda y algunos establecimientos comerciales que causen un impacto social positivo dentro del área donde se pueda asentar el estadio.
Son varios los amagos que se han registrado en estos seis años de historia, siendo el más cercano a comienzos del 2021 en un sector al sur del Bronx, muy próximo a su temporal residencia. Para que la idea tuviera curso, el cuadro celeste debía poner una cifra cercana a los mil millones de dólares convirtiendo su nueva casa, de paso, en la más cara de toda la MLS hasta el momento. Sin embargo, pese a que billete es lo que hay con estos Ali Babas, a mediados del año, como siempre sucede, se presentó una serie de trabas burocráticas que pusieron el proyecto en la lista de espera, aspirando a que el nuevo alcalde de la ciudad, que se posesiona el próximo año, le pueda dar continuidad a este trazado urbanístico que sería ampliamente favorable para levantar el nivel de la zona donde se constituiría.
Esta serie de enredos que los políticos de la ciudad les gusta crear, como en casi todo el mundo, fue una de las razones por las cuales el NY/NJ MetroStars (hoy Red Bull),en el arranque del torneo, por allá en 1996, tuvo que irse al Estado Jardín a jugar en un estadio imponente como el de los Gigantes, hasta que por fin pudieron construir su arena años más tarde, pero siempre al otro lado del Hudson y no en la compleja Torre de Babel, donde los funcionarios al parecer mantienen encabritados, al igual que el resto de los habitantes.
Hay confianza que para el 2023 se empiece la construcción de un estadio que, por su complejidad, estaría listo en el arranque de la temporada 2026. Si bien estas tentativas fechas ayudan a reparar la ansiedad y el desespero que produce ver una cancha de fútbol deformada y reducida en un recinto de béisbol, también facilita apreciar el deseo y la lucha constante del club por lograr su independencia, así como la costumbre permanente de políticos que poco entienden el daño que le hacen a un conjunto que no alcanza a recoger todas las ganancias que pudiera (como si lo haría administrando su propio proyecto), y a una afición que todavía no se siente cómoda asistiendo a un escenario donde el balompié se torna amorfo cuando se juega entre los jardines derecho e izquierdo, muy cerquita del montículo del lanzador y unos metros más al norte del Home Plate. ¡Qué horror!
