
Utilizaré términos médicos que están de moda por estos días: el paciente se agrava y ahora pasa a la sala de cuidados intensivos donde será conectado al respirador artificial en medio del pánico y la ansiedad colectiva. El problema, porque lo es, es que no existe un antibiótico o vacuna que ayude a pensar cuál es la cura ideal.
Por: Jairo A. Castrillón
Colombia no es un mal equipo, y para ser consecuente con mis postulados, me sostengo en que después de Brasil y Argentina, en ese orden, es la selección más compacta del bloque suramericano. Sin embargo, para no rayar en la exageración, cuando lo que se aprecia es distante a lo que manifiesto, debo admitir que el combinado de Rueda se ha tornado en un conjunto no solo más viejo sino predecible, especialmente de la mitad de la cancha hacia arriba.
Sin que existan amagos de una propuesta distinta, porque pasan los años y diera la impresión de ver el mismo libreto con diferente caligrafía, el estilo de juego no solo es lento y conservador, sino que aburre y estimula poco. Solo así se puede explicar que, a lo largo de los últimos noventa minutos jugados en el Metropolitano de Barranquilla, ante el equipo de Ricardo Gareca, donde siempre administró el esférico, no haya podido imponer condiciones, aunque muchos crean algo distinto. Si bien tuvo la iniciativa, jugó más con intensidad que claridad, al punto que nunca hizo ver mal al visitante que siempre estuvo atento y muy ordenado.
No solo fue la pérdida de los trascendentales puntos por medio de una acción sorpresiva del visitante, que concluyó en un gol de Edison Flores, sino el bajo rendimiento de tan buenos jugadores. David Ospina, para comenzar, fue exigido una vez y terminó regalando el palo derecho por donde se filtró el remate, cristalizando lo que parecía imposible. A él súmenle lo poco que aportó un Cuadrado que se aleja de aquel que semanalmente deslumbra en Juventus; James que sigue jugando en una liga chiquita y le faltaron piernas. Un Falcao que está en el corredor del retiro o el mismo Diaz que esta vez le pusieron el “tatequieto”, por citar ejemplos.
Pero esto no es cuestión de un solo partido, ha sido la constante de una Eliminatoria donde la irregularidad ha ganado brillo y el fútbol de buen nivel se escondió en el temor de la derrota. Por eso La Puerta de Oro se volvió tan vulnerable, porque allí, cuando el rival quiere, le roba las ideas y la personalidad al local. De la arenosa se llevaron puntos Uruguay, Brasil, Argentina, Ecuador, Paraguay y Perú. Seis de nueve partidos en casa tuvieron un balance positivo para el visitante. Se esfumaron diez puntos que hoy tendrían a los colombianos delirando, armando maletas y pidiendo plata prestada para viajar a esas extrañas tierras donde se celebrará el evento ecuménico.

Si un equipo fundamenta su filosofía de juego colectivo en la tenencia del útil (contra los peruanos llegaron casi al 70%), produce el doble de pases, y en un 87% los mismos son acertados, ¿en dónde está el error?
Los cafeteros saben abrir la cancha, lo procuran incesantemente, pero entran en un torbellino de centros repetidos y sin criterio. Juegan por arriba y no tienen un centro delantero de área letal o contundente. Borja es lo más cercano, pero le seguimos apuntando a Radamel Falcao que, con lo grande que ha sido históricamente, fue, pero ya no es.
Por la mitad ya no son tan recursivos porque los virtuosos escasean. Las gráficas de calor dibujan por dónde juegan en la cancha. A esto súmele una serie de variantes que pueden ser válidas dentro del desarrollo de un encuentro, pero perfilan el caos en que entran por momentos. Contra los peruanos, antes de que se produzca el gol, Mina era el centro delantero del equipo. Estaba arriba buscando aparatosamente, como lo sabe hacer, un remate milagroso. Borja, que entró para reemplazar a Falcao para definir, concluye jugando por la banda derecha, sirviendo centros, y Jimmi Chará, por fracciones, fue el último referente en la defensa, mientras el resto de la banda estaba arriba sumándose al desespero.
Por ser tan predecible, Perú montó un equipo corto entre líneas, esperando y cerrando con convicción. De allí que nunca se viera menos, reitero, pues su propuesta era válida y al final le dio dividendos.
La media distancia de los locales es muy efectiva en los calentamientos. Allí todos apuntan y la meten, pero en el desarrollo del juego no buscan hacerlo seguramente porque tampoco hay grandes maestros de la potencia y la ubicación a más de 25 metros de la línea de meta. Jerry Mina hizo un remate desde afuera en la parte complementaria siendo, hasta ese entonces, la llegada más clara. Pero antes de que el remate se produjera, amagó con entregar casi de manera mecánica, como si eso fuera la lectura más correcta y no lo que al final hizo: un remate con riesgo.

En medio de la presión constante y un ambiente pesado, agresivo y asfixiante, que por momentos se percibe, el cuerpo técnico se ve deslucido, sin claridad ni brillo. Aferrado a la esperanza y no a la capacidad de un talentosísimo y respetado estratega como Reynaldo Rueda, quien hoy no solo aparece reducido físicamente, sino que es tildado como el único responsable cuando todos formamos partes de este caos. No solo es el orientador táctico sino los jugadores, los medios de difusión y una afición fiel pero intolerante.
Medios desmedidos que ponen al equipo como si fuera el mejor del mundo. Nos vamos de un extremo a otro con una facilidad pasmosa y se nos olvida mirar o entender razones. Cada uno tiene su opinión y la misma es determinante, no hay objeción que valga ni argumento con peso.
Colombia es un buen equipo, respetado en el continente y con un nombre ganado en el panorama mundial con esfuerzo, pero no somos potencia como muchos pretenden hacerlo creer. Es una selección con una historia distinta a la de hace 50 años atrás, pero todavía adolece de una comodidad deportiva como la tienen y sostienen brasileños y gauchos. Seguimos detrás de ellos, pero no hemos podido superarlos, especialmente por mentalidad.
En estos momentos el camino a Qatar está más enredado que nunca y la buena fortuna parece que se estuviera agotando. Esa misma que por momentos nos tuvo en zona de clasificación cuando los resultados se conjugaban a favor.
La jornada contra los peruanos fue lapidaria no solo por el resultado y una monótona y aburrida propuesta en la cancha, sino porque la ansiedad se apoderó de cada esquina en el país. Aquí ya no hay un compás de espera, un llamado a la reflexión sino un conato de bronca en todo momento. Cuotas ridículas de odio y agresividad desde múltiples flancos (hablados, escritos y populares), cuando lo único que estamos viendo es un espectáculo deportivo donde ganar y perder están unidos a la esencia de este. Pero seguimos sin entenderlo y asumirlo como pasaba decenios atrás (cuando éramos mucho menos), porque la soberbia nos está consumiendo y quedamos resbalándonos en el lado oscuro del fanatismo.
A Colombia se le enredó el camino porque en la ruta ha mostrado un fútbol repetido y depresivo, sin omitir que la mala suerte, por momentos, también se acomodó de su lado. Con una propuesta tan parca, sin un revulsivo alegre y dinámico, donde la producción de juego sea congruente con el manejo del balón y donde los elementos convocados no solo cumplan con un libreto, sino que puedan salirse de él, con alegría y dinamismo, es fantasioso pensar que apreciaremos algo diferente en lo deportivo.
Lo más grave del asunto es que la seleccion no ha permitido ver la otra mejilla de un país que quisiera alejarse de esa constante violencia en la que está sumergido, y no como un gatillo adicional para seguir desfogando la dinámica de una nación que hasta en lo más sencillo se sabe ahogar por la intolerancia y falta de fe. Eso de “que orgullosos me siento” solo vale cuando el panorama pinta bonito, pero mientras el mar se pica y la tormenta arrecia, entonces todos se bajan de barco a naufragar cada uno por su ruta siempre con un final predecible y trágico.
Lo que Colombia está viviendo hoy es el epílogo de una camada de buenos jugadores, de libretos tácticos que necesitan refrescarse y de un proceso de recambio obligado que sigue sin avizorarse en el turbio panorama que desde hace varias fechas era palpable, pero que los peruanos detonaron violentamente con su victoria en Barranquilla. Si la afición no entiende y acepta que es un eslabón clave en un proceso de recambio en todos los aspectos, seguiremos en las mismas.

Jairito saludos! Comparto tu linda opción.
Abonémosles también la mala racha con el famoso bar nos robaron dos puntos valiosos frente a Brasil fue gol legítimo porque cuando el balón pegó en el árbitro iba a un jugador colombiano y de acuerdo al manual si el balón lleva continuidad a un mismo jugador en posición de Gol no se podía anular la jugada y el gol! También es tiempo de pensar en el calor de Barranquilla eso desgasta mucho a un jugador.
Si quiero ganar el partido yo no saco a Falcao. Mejor entro a Borja y juego con dos delanteros. No saco a Borre porque es el engánche de James. El cambio debio ser Borja por Mateus si ya estaba cansado y pedía el cambio. Alzate mmmm no me gusto!!
Pregunta: porque cambios tan tarde en la reposición?
Lo unico es ganar los 9 puntos y a esperar ayuda de terceros!
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