El meme circula por todos lados y dice: “en este Mundial le vamos a demostrar al mundo que con Colombia no se juega”. Para muchos es divertido y para otros no tanto, pero es la realidad que resume la frustración de no tener a la escuadra cafetera en el selecto grupo de los 32 finalistas. Por esta razón, ante la ausencia del cuadro nacional, toca ahora elegir, como sucedía hasta 1990 cuando regresaron a Italia después de haberlo hecho por primera vez en Chile 62, un onceno que pueda darle sentido a la competición. Es que eso de no tener “por quién» hacer fuerza no es bueno cuando se quiere tanto este deporte.

En mi lugar, después de 38 años de residir en este hermoso país y de seguir de cerca el desarrollo de la MLS, estaré hasta que USA y Canadá abandonen la prueba. A los americanos porque los llevo en el corazón y a los canadienses porque veo la evolución de una selección que antes tenía poco o nada de donde escoger y hoy reúne un grupo de jugadores sin tanta vitrina pero de buen nivel, cumplidores y con oficio. Tan bueno que llega a la cita ecuménica como el mejor de la Concacaf cuando pocos lo veían por encima de México y USA.
Una porción de los aficionados americanos está muy expectante de lo que pueda hacer el joven equipo orientado por Greg Berhalter. Esos seguidores creen fervientemente en que esta es una cosecha excelsa de jugadores cuya finalidad es dejar bien en claro que en el 2026 el anfitrión de la Copa del Mundo no quiere ser solamente un espectador más. En esta tribuna le apuntan a un quinto partido.
Para otro tanto, sin embargo, el interés en la prueba radica por la historia y la tradición de la misma, y no porque tengan esperanzas sembradas en la escuadra de las barras y las estrellas. Después del fracaso en el 2018, cuando se quedaron a puertas de ir a Rusia, la sensación que reina entre ellos es de tener muy poco para ofrecer. Por eso no los ven superando la fase de grupos.
Mas allá de cuál fracción pueda tener la razón, es cierto que Berthalter tiene un grupo humano muy joven, de gran capacidad física, buena técnica y preparado para la alta competición. Es difícil considerar un equipo que históricamente haya tenido tanto jugador militando en Europa al más alto nivel.
Tal vez el orientador, que en algún momento fue considerado el mejor de la liga cuando dirigía a Columbus, le ha cumplido a quienes dudaban que USA pudiera llegar a Qatar, así haya sido de tercero en la zona. No solo les cumple por haber puesto al equipo en la vitrina de los 32, sino que inició un proceso de recambio que le apunta a diez años de trabajo sólido, más allá de la búsqueda de un sistema de juego que le dé identidad a su trabajo. Terminó jugando con un 4-3-3 que al final extrae lo mejor de su plantilla y ofrece menos ventajas que con otras figuras tácticas implementadas a lo largo de su mandato. Además, para no pasar por groseros, se quedó con los trofeos de la Liga de Naciones y la Copa de Oro al doblegar a los mexicanos con categoría. Eso, al final, le da un plus a su labor así no hayan dominado en la clasificación mundialista.

En la cancha hay jugadores para ver y seguir de cerca. Ellos, los jugadores, saben que este es el evento para mostrar lo mejor de cada uno. Entre los convocados se destaca Yunus Musah, el volante del Valencia español, de origen africano, que se pulió con la casaca inglesa durante su proceso juvenil, pero se la juega toda con la de los Estados Unidos en la categoría absoluta porque allí le abrieron las puertas a su talento en la zona media. En diez días apenas cumplirá los 20 años y ya para ese entonces habrá debutado en un Mundial que es, en suma, el sueño de cualquier futbolista del planeta.
Junto a este chico también hay otro grupo de elementos de mayor reconocimiento. Hombres como Christian Pulisic, Gio Reyna, Sergino Dest, Aaron Long, Weston McKennie o Timothy Weah, entre otros, se unen con su capacidad y compromiso para ir más allá de lo que todos los expertos puedan creer. Al final, como siempre sucede, el balance final será la suma de los yerros y los aciertos, pero por encima de todo estará la categoría y la altura con la que enfrenten cada duelo. Este es un equipo incansable físicamente, vertical en sus transiciones ofensiva, con ventajas en el repliegue y sin miedo al rival de turno. Ellos saben que en algún punto, como siempre ha sucedido, la historia cambia por la decisión y la acción que el hombre haya tomado en momentos coyunturales y para eso se han preparado: para mostrarle al mundo que su presencia es un anticipo de lo que esperan ser en 2026, buscando atentar contra los pronósticos que muy pocas opciones les brindan.