
Seguimos pendientes del Mundial en su fase de grupos. Una fase que para muchos es aburrida pues entienden que la verdadera esencia de la prueba inicia cuando la continuidad se juega en un solo partido y las verdaderas opciones se limitan a la suma o resta de la concentración, el esfuerzo, el trabajo colectivo y las genialidades individuales exhibidas cuando el tiempo se agote. Es al final de cada uno de “estos partidos” donde el alma se parte o se propela en un delirio absoluto. Donde los sueños se cristalizan y las ilusiones se extienden o donde el dolor, la angustia y la frustración se anteponen destruyendo, de un plumazo, la fe y la esperanza.
Es difícil aceptar que la fase de grupos es aburrida cuando en medio de la agonía Arabia le gana a la Argentina, Ecuador le empata con gallardía a Países Bajos, Japón cachetea a la poderosa Alemania, Inglaterra es arrinconada por USA, Costa Rica pasa de la vergüenza al orgullo, Marruecos no se arrodilla ante los belgas o Portugal llorando saca tres puntos ante Ghana, por citar algunos ejemplos.
Esta fase, la de grupos, no es tan aburrida como algunos opinan, pero al final del sendero cruzan los mismos de siempre quedando en el gramado algunas vergonzosas o heroicas reseñas para la historia. La pregunta, después de superar numéricamente los 24 gladiadores que reunía a los mejores hasta 1994, es qué va a pasar con una ronda donde ahora llegaran 16 invitados más para aumentar una serie de partidos que seguirán aportando un poco de lo mismo, para que al final lleguen los de siempre. Esto es una cuestión de dinero, marketing disfrazado con adjetivos decorosos y nada más. Si lo anterior fuera falso, solo con repasar el grupo de combinados que llegan a la instancia de Octavos, en adelante, desde 1998 cuando el número de invitados se aumentó por ocho, confirman la apreciación. Miremos, por ejemplo, como en el 98 fueron Países Bajos, Croacia, Brasil y Francia; en el 2002 Alemania, Brasil y por allí nos sorprendieron Corea y Turquía que disputaron tercera casilla; en el 2006 Alemania, Portugal, Italia y Francia; en 2010 Uruguay, Alemania, Países Bajos y España; 2014 Brasil, Países Bajos, Alemania y Argentina y en 2018 Bélgica, Inglaterra, Francia y Croacia, siendo el equipo de Luca Modric el “mosco” en el tradicional pastel. Es decir que la tradición, a pesar de las ampliaciones, incluye a los históricos de siempre porque a esta prueba, todavía, no han llegado los milagros.
Tras la segunda jornada y el inicio de la tercera, cuando se suma y se resta, se especula o “predice”, el desarrollo del mundial catarí empieza a perfilar a casi todos los preferidos, con uno que otro gigante que, como Alemania en 2018, tienen que luchar contra sus propios fantasmas amparados en una guindada jerarquía que no los abandona de cara a la tercera y decisiva fecha. Fecha que se torna sabrosa por la misma razón que se da en las siguientes fases: no hay tiempo para especular.