
Argentina ganará su tercer título orbital en este Mundial de la natilla y el buñuelo que se realiza en Qatar. A esta hora, y con lo poco que queda, lo mejor es buscar un favorito para ponerle algo de sabor al compromiso contra los franceses este domingo a las 10 de la mañana.
Los expertos se han divido a la hora de elegir. Algunos argumentan que los galos tienen todo para revalidar su corona (lo cual es válido), mientras otros no dudan en aseverar que será el cuadro albiceleste. En mi caso, sin ser experto en la materia, me quedo con el conjunto de Lionel Scaloni no solo porque representa esta franja del mundo, sino porque ya es hora de que nuestro continente demuestre una vez más su valía regresando con un trofeo de peso que nos es esquivo desde 2002.
Además, para complementar el deseo, anhelo que Messi cierre una carrera brillante con el mayor laurel de esta disciplina. Ya tuvo su primer sorbete de gloria en la pasada y alicaída Copa América, pero es el momento clave para ponerle un broche dorado a tanta capacidad y talento como el que siempre ha desbordado el genio argentino. Daremos gracias por siempre quienes tuvimos el honor de haber visto en acción a uno de los más grandes de la historia. Eso, de hecho, ya es un privilegio.
Coincidencialmente ambas escuadras van en busca de la tercera estrella. Los franceses intentando confirmar su buen momento y los argentinos simplemente porque han tenido los cojones de quererlo, como siempre lo quieren en toda prueba donde compiten ya que ser segundo les revienta la vesícula. Ah, eso sí, que son malos perdedores, mañosos y agrandados, eso no se los quita nadie más allá de que Scaloni le quiera vender al mundo un concepto distinto en una simple rueda de prensa que dista mucho de lo que históricamente se apega a la arrogancia gaucha. Por eso molesta que se hayan calentado en la previa por Van Gaal, dejando en evidencia lo que son cuando les dan de su propia medicina. Feo, feo y feo fue lo que hicieron en aquel duelo contra los tulipanes, olvidándose, como suelen hacerlo cuando sufren esta metamorfosis, que la gente va a una cancha a ver fútbol y no a un grupo de payasos cobrando por ventanilla así tengan a un 10 que representa tanto en este deporte. Pero bueno, eso es otra cosa que dista mucho de lo que es realmente jugar a la pelota. Igual haré fuerza por ellos.
Tanto Francia como Argentina llegan con cinco partidos ganados, no seis. Dicen los entendidos que en esta prueba si pierdes un partido, que sea en la primera fase y ojalá en la primera fecha, pues de ahí en adelante no te podés equivocar, algo que les pasó a ambas escuadras en la fase de grupos mientras que Marruecos y Croacia, que no habían perdido, se fueron al caer en donde no debían. Esa es la diferencia que los tiene en la gran final.
Los gauchos tienen 12 goles a favor y 6 en contra para una media de 2 tantos por partido en ofensiva y uno en contra por duelo. Los franceses, por su parte, suman 13 goles en ofensiva (que número feo y de mala suerte este), y 5 en contra para una media de 2.16 en los predios rivales y 0.83 en contra. A la luz de estas cifras, si fueran determinantes, los galos tienen una ligera ventaja antes de la final.
Ambas escuadras, cuando perdieron, con Arabia Saudita y Túnez, quedaron deslucidas ante la adversidad mientras que los rivales crecieron en orden y fueron minando sus intenciones. Son los dos únicos partidos donde los finalistas se vieron en desventaja en algún momento y se quedaron sin reacción o faltos de definición, como usted lo quiera ver.
Mirando los últimos enfrentamientos (cinco para evitar el desgaste), aquí la ventaja es para los australes. En tres veces han ganados mientras que los galos suman dos (no han empatado, si esto significa algo).
En 1978 y 2018 se vieron las caras en este mismo tipo de prueba. En primera instancia, por el grupo A, el triunfo fue para Argentina 2×1 en la primera fase (goles de Passarella y Leopoldo Duque). Luego, en el Mundial ruso, ya en fase de Octavos de final, Mbappé les marcó dos tantos sumados al de Griezmann y Pavard para un 4×3 definitivo (Argentina anotó a través de Di María, Mercado y Agüero), así que hasta en los duelos mundialistas el pronóstico es reservado.
Las estadísticas son muy estrechas en ambos equipos, pero en materia ofensiva es más importante lo de Argentina. En todos los partidos, sin exceptuar alguno, siempre han impuesto condiciones. Hasta el momento no se han detenido a esperar al rival mientras que en este aspecto, el de dejar que el enemigo juegue hasta donde ellos quieren, es lo que Francia ha implementado en algunos partidos para aprovechar la velocidad de un Dembelé y Mbappé por las franjas, siempre amparados en el brillante Mundial que realiza Giezmann.
Sin embargo, Messi sabe que no ha tenido ningún otro partido más importante que este en toda su carrera. Por segunda ocasión está en la gran final de un Mundial, a puertas de conseguir lo que muchos consideran es la ventaja que le sacan inmortales como Maradona y Pelé. Por eso el 10 sabe que está oportunidad no se repetirá más en su carrera deportiva, porque la misma se apaga lentamente.
Junto a Leo hay un grupo de guerreros que quieren dejarlo todo en la cancha más allá de que eso forme parte de su ADN. Esta vez, contrario a la soberbia y el orgullo que los distingue, todos saben que no es solo Argentina la que busca la consagración sino uno de los jugadores más virtuosos que la historia del fútbol haya podido apreciar junto a sus millones y millones de seguidores.
Por los gauchos, y en especial por Messi, estoy “seguro” que Argentina se gana esta final mientras que Mbappé se prepara para ser el jugador de moda de aquí en más, porque poco a poco se queda sin un Messi o un Ronaldo que le quiten protagonismo.