
No es muy acertado iniciar una columna de opinión, y mucho menos de fútbol, hablando de perros, pero debo hacerlo para aclarar que, aunque los considero las mascotas ideales, no dejan de ser eso: mascotas. De ninguna manera (para mí), se convierten en hijos o familiares cercanos, como tal vez muchos los puedan considerar, lo cual respeto muchísimo, ya que esta no es la intención de mi enunciado, si usted es de los que hace cualquier cosa por su can.
Por casi 10 años tengo un ejemplar de la raza Pitbull, una hembra de 90 libras, fuerte como un roble que confirma, para el autor de esta columna que es, quizás, una de las mejores razas de perro que existe, así esté mal vendida por los medios de comunicación y hoy, más aún, maltratada por las redes sociales, sin omitir que es una casta orgullosa, dominante y protectora. Es su instinto.
A su edad, entiendo que pronto empezará a sufrir graves dolencias, como nos sucede a todos cuando envejecemos, y entonces será, en ese momento, la oportunidad de agradecerle su cariño incondicional dándole un descanso digno, sin dolor ni agonía, y después, si el camino aguanta, buscar una nueva mascota para cuidar y disfrutar, porque hay miles allá afuera que necesitan de un hogar donde las cuiden con respeto. Nunca me he desgastado económica y moralmente, y no pienso hacerlo, tratando de recuperar un animalito que está sufriendo lo indecible, solo porque nos cuesta desprendernos de las cosas que queremos.
Reseño esto para confirmar, de alguna manera, que el apasionamiento no está entre mis grandes virtudes o defectos, viviendo el fútbol con gusto, pero sin fanatismo por ningún equipo y mucho menos por un jugador en particular. Me encanta el deporte y lo estudio, pero más allá de lo que entretiene, cuando el partido es bueno, no veo ninguna razón para enloquecer o delirar y mucho menos para discutir o pelear. Será una lástima no sentir lo que millones y millones viven con este deporte, pero para este oficio resultó, al final, ser una gran ventaja.
Ahora que James Rodríguez entró una vez más en el mercado de agentes libres, se ha empezado a rumorear que la MLS es una opción válida en su carrera profesional. Opción que estuvo abierta en algún momento cuando se fue de Europa y recaló en el futbol árabe. Por eso ahora, que en el aire se siente este susurro sin base alguna, vale la pena evaluar, como mercaderes, si de verdad el cafetero tiene cabida en la MLS, siempre desde la constante de que no hay animadversión o favoritismo por este exquisito volante zurdo.
Decir que la realidad de James pasa por su pasado no es atrevido. Después de tocar la cúspide tras llegar a uno de los clubes más históricos y mediáticos, donde supo olfatear ese ungüento mágico de la fama, de un momento a otro ese aroma se fue diluyendo en el ambiente y la percepción de grandeza cambia cuando no hay un equipo que te respalde (sino preguntémosle a Ronaldo). Por eso, creo yo, es por allí donde se debe evaluar el presente del estelar jugador, ya que no resulta fácil aceptar que sigues cobrando duro, creyéndote una estrella fulgurante, que sigues teniendo quienes te quieren y recuerdan, pero para el negocio, como jugador, hoy no eres la mejor inversión.

Por eso al interrogante de si James es o no, una buena opción para que llegue a la liga norteamericana, y ya entrando con la visión del negocio, empecemos por admitir que en la MLS hoy se corre demasiado, los equipos se entrenan a fondo y la adecuación física cumple un papel fundamental a la hora de preparar los partidos. Aquí ya no trascienden los elementos que caminan y desfilan por pasarelas, como en algún momento los hubo. En esta liga tenemos jugadores muy bien dotados técnicamente como Lucas Zelarayán, Thiago Almada, Luciano Acosta, entre otros, pero todo ellos corren, meten y luchan porque el nivel lo exige. Aquí ningún onceno tiene un lanzador que camine o trote esperando a que le llegue la pelota, y por allí se debe empezar a visualizar el aporte de un jugador como el colombiano.
A la hora de invertir un gran capital se debe mirar la calidad de la compra, por eso un largo historial de lesiones debe ser analizado con detenimiento, como es el que acompaña al cafetero en su carrera profesional. En este apartado ha acumulado 399 días ausente de las canchas por lesiones, se ha perdido un total de 74 partidos, su mayor número fue en Real (37) y después en Everton (22). Sus problemas médicos han sido de toda clase, pero la pantorrilla es su punto más débil, por allí tiene un problema crónico. Por esta lesión se ha perdido 163 días de entrenamientos, algo así como el 41,26% de su historial médico. Algo para considerar cuando se hablan de millones y no precisamente de caramelos.
El presente de James, hoy, es muy discreto en términos deportivos, y la realidad supera las expectativas. Para mirar solo los números que lo acompañan, subrayar que en los últimos dos años el colombiano solo ha jugado 41 partidos en primera división no es muy llamativo. Algo así como dos partidos por mes no cautiva muchos inversionistas cuando se evalúan los costos de inversión y producción.
Así sucedió el año pasado con Gareth Bale, quien vino a la liga a entrenarse, a vender camisetas, jugar un poco de golf, y esperar su Mundial antes del retiro. Sí, jugó unos partidillos y dio puntaditas de su clase, pero ese fue un dinerito que se gastó más en el apartado de promoción, que en lo deportivo.
A la MLS le puede ser útil un jugador de las características de James más porque es un elemento mediático que genera pasión u odio, pero algo genera. Po eso puede ser atractivo verlo por estos lados, para que la liga aumente un poco más el interés, si es que los números de los griegos o árabes mejoraron cuando estuvo de paso por allí (eso no lo sé).
En lo deportivo, es preocupante su cuadro de lesiones, a pesar de ser tener solo 31 años, por lo que habría que considerar si vale la pena ofertar por alguien que va a querer mucho dinero por su firma, pero que no puede garantizar nada en la cancha, como le sucede al mexicano Javier Hernández, quien apenas se ha incorporado a su equipo porque se lesionó en la primera fecha calzándose los guayos. Desde que llegó a la MLS, el mexicano se ha perdido 23 partidos por lesiones, un número muy grande para un jugador de este valor.
En plano comercial James resulta atractivo por su peso mediático, porque despierta pasiones y muchos quisieran verlo en la cancha y tal vez por allí, en publicidad, se pueda gastar algo de lo que está destinado para este apartado. Sin embargo, si es por el aporte deportivo, por lo que pueda hacer en la cancha, en una liga tan intensa y fuerte como lo es hoy la MLS, creo que no tiene cabida ni posibilidades de brillar, a menos que volviera a sentir hambre no de comida, de dinero, de lujos y comodidades, sino de jugar a la pelota otra vez, de divertir a la gente en el gramado, de entregarse a un deporte colectivo y mostrar que puede aportar una cuota alta de sacrificio y esfuerzo. De no ser así, que se vaya al Brasil donde los cariocas saben y aplauden a esos jugadores que, como James, saben divertir con su rica técnica sin correr mucho, así los otros 9 compañeros se tengan que romper el lomo en la cancha para tapar sus falencias colectivas.

A usted, si es fanático de James, le ofrezco me disculpe, pero reitero que esta columna es hecha sin pasión y mucho menos molestia por un deportista que al final es el único responsable de su destino (me apasiona más mi Pit Bull). Eso sí, a la hora de escoger entre un Carles Gil o un James Rodríguez, teniendo historias distintas, pero siendo jugadores de corte similar (así usted no lo crea), me quedo con el español y agradezco su presencia en la liga porque todavía quiere divertir a la tribuna. Esto es cuestión de querer millones, lujos y fama, o querer ser un jugador de fútbol, nada más.
Asi jugaba, en sus inicios, un volante ofensivo con ganas y deseos de triunfar.