
¿Por qué equipos como Salt Lake o New York Red Bull celebraron avanzar a los juegos de postemporada, estando en esa delgada línea de irregularidad que los mantenía en aspirantes a la última casilla, como en su momento les pasó a otras divisas que estuvieron saliendo y entrando al final de cada jornada? Sencillo: porque ahora todos están en la misma línea de tiro y el que falle se va sin importar que tan grande o brillante haya sido su actuación en el torneo de “todos contra todos”. Por eso, como fiel seguidor, me alegra y motiva que en una competición todos los participantes tengan las mismas posibilidades de alcanzar un trofeo más allá de si tienen o no el súper equipo. Al final, superando lo deportivo, todos los clubes se prepararon y sufrieron a lo largo de la prueba soñando con un título. Ninguno arrancó queriendo ser el último y mucho menos el peor de todos.
Para quienes hemos vivido los procesos de cambio en la MLS a lo largo de 26 años, la sensación que tenemos (por lo menos una amplia mayoría), es que la presencia de un hombre formado en la NFL como Don Garber, fue un acierto para fusionar esta nueva disciplina al paladar de los norteamericanos y lograr, con el paso del tiempo, un afianzamiento pasional por los equipos, aparte de su evolución como estructuras deportivas (creación de centros de alto rendimiento, escuelas de formación etc.), sobre todo después de que en la temporada 2000 se temiera por la continuidad del proyecto futbolístico tras las enormes pérdidas que se presentaron en los primeros cuatro años.
Contrario a lo que se vive en las principales ligas del mundo, donde se juegan torneos largos y extenuantes, que por lo general benefician a los grandes clubes, a esos que tienen dinero y nutridas plantillas, en la MLS después de 34 fechas del torneo regular cualquier cosa puede suceder.
Tal vez a muchos no les guste un formato que es tomado de las principales disciplinas deportivas norteamericanas (MLB, NFL etc.), las cuales van en contra vía a la “lógica” mundial, pero que genera cosas positivas cuando se mira con calma. No por nada en este país se juega el mejor baloncesto, béisbol y fútbol americano del mundo, con una infraestructura e ingresos que no necesitan de nadie más. Con lo que se hace en el país en materia de inversión y difusión es suficiente.
La primero para interpretar tiene que ver con el interés que se mantienen en el torneo, el cual no se agota ni siquiera en la última fecha donde ya hay conjuntos que llegan sin pena ni gloria y que son despedidos con alegría. Por ejemplo, Cincinnati, el peor de todos, tuvo la compañía de más de 23 mil aficionados enfrentando al colectivo de Atlanta y perdiendo una vez más en casa, como sucedió en casi toda la temporada. Sin embargo, aunque muchos crean que es un gesto estúpido (porque el resto del estúpido mundo futbolero concibe algo distinto), en esta ciudad le han agradecido al joven equipo su entrega y pundonor que son dos cosas que en muy pocas canchas del mundo se valoran si el resultado no es favorable.
El novel estadio QTL (que representa a una inmensa compañía de carga mundial) es el recinto donde más goles se vieron; donde se escribieron remontadas inimaginables, pero donde al terminar cada encuentro la gente se fue contenta de haber brindado un aplauso lleno de emoción a sus valerosos guerreros. A ese irregular grupo lleno de ganas y buenos deseos por agradar, por brindarse, por no llevarse nada a los camerinos sino una amplia sonrisa por el reconocimiento a su esfuerzo.
Lo mismo sucede en la ciudad de Austin, en Texas. Allí donde llegó este club para llenar de orgullo a los moradores de una ciudad que hasta este año no tenía un equipo profesional de nada que aportara una ilusión deportiva.
Durante todo el campeonato es poco lo que se puede destacar en el novel conjunto. Es claro que tienen que trabajar y mejorar, así como reforzar una o dos posiciones en el sector posterior y la línea de volantes. Pero si bien cerraron con decoro, alejándose de ese último lugar que los persiguió casi todo el torneo, es innegable la alegría que se vivió en cada juego realizado en el ecológico estadio Q2 desde su apertura. Un escenario pequeño, cálido y bello, el cual nunca rebajó su máximo cupo para avivar al equipo. Fueron siempre, de manera constante, los mismos 20,738 seguidores sin falta, sin pena y con devoción. Desde las tribunas de este escenario, ubicado en McKalla Place, gritaron, bailaron, se abrazaron y deliraron cada que su equipo ganaba o parecía que lo iba a lograr. El ambiente era sencillamente espectacular como debería ser en todas las canchas del mundo y no como sucede en otras latitudes donde los aficionados se agarran a trompadas y se matan por estupideces que están en la cabeza y no en el corazón de un verdadero hincha. Bárbaros que se envuelven en la mediocridad para lastimar a alguien en nombre del fútbol.
La MLS manejó, a lo largo del torneo, una media de 25 mil aficionados por partido, con una taquilla promedio de poco más de 6 millones de dólares por jornada (pocas ligas en Latinoamérica le apuntan a algo parecido). La media de goles fue de 2,79 por compromiso, con un total de 1283 tantos marcados. En el 54% de los duelos se vieron más de 3 dianas, mientras que en 46% restante un poco menos. Los empates se registraron en un 24%, pero solo en el 13% de los enfrentamientos no se registraron goles.
En 26 años ya se tiene 20 estadios construidos exclusivamente para la práctica de este deportes (propios de la liga), y otros escenario como el impresionante Mercedes Benz, el Lumen Field o el Gillette Stadium, solo por citar algunos donde se juega el fútbol americano, que tienen todo adecuado para que se desarrolle el soccer sin ningún problema.
El próximo año, como variante, Nashville ya no irá más en la división del Este sino que pasará al Oeste, porque llegará la nueva divisa de Charlotte FC (Carolina de Norte), para que se tengan conferencias con números pares, entendiendo que la meta son 32 equipos al final del proyecto base.

La MLS, contrario a lo que muchos piensan, ha exportado más de 320 millones de dólares en jugadores a Europa (ligas de alta competencia), mientras que hoy es una de las que más compra en el continente. En estos momento, sin haber terminado el torneo 2021, ya tiene cerca de 80 millones de dólares destinados (por algunos de los clubes), para reforzar plantillas de cara a la nueva temporada, especialmente con elementos que se encuentran en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela etc. (no estamos contando lo que se está mirando en el Viejo Mundo). No están pensando en jugadores arcaicos y acabados (como antes se creía), sino en jóvenes que promedien entre los 18 y 26 años. Es cierto que algunos en retiro llegarán como campaña de promoción, pero no porque se necesiten para elevar el nivel de la competición y mucho menos el interés de los aficionados domésticos, pues si algo tiene hoy la MLS son admiradores que la siguen con fervor porque forman parte de ese grupo de chicos que cinco lustros atrás apenas estaban entre los 7 y 15 años cuando empezaron a llegar a los estadios. Hoy, todos ellos, tienen una cultura deportiva que hace de esta liga un torneo mas grande, entretenido e interesante de lo que muchos quieren hacerlo parecer, simplemente porque viven en la burbuja del pasado y no han actualizado sus datos reales para aferrarse a ese concepto elitista de ser los mejores, en algo tan relativo y cuestionable como lo puede ilustrar la frase que pusiera el maestro Stephen King en su obra 11/22/63 (cuando Al está metiendo al profesor Amberson en la trama) donde subraya que “La opinión es como el culo, todos tienen uno”.
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